Sebastián Sichel: "Me pican las manos por estar en primera línea"
En medio de una ajetreada semana por la implementación del retiro de los fondos de pensiones, el presidente de BancoEstado habla sobre el nuevo gabinete, su difícil relación con Evópoli, ser parte de un gobierno en crisis, y la discusión constitucional.
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Son las 19 horas de un frío martes de julio. Desde la altura de un cerro en Las Condes brilla la ciudad. “Yo vivía aquí abajo en Colón 9000. Siempre miraba acá arriba donde estaban las casas cuicas”. Sebastián Sichel (44) -hoy banquero, pero ante todo político- está en su casa Castillo Velasco. “Este horno”, dice, “es mi Rolls-Royce. No tengo ni auto, pero si hay algo que me gusta es mi cocina”.
La historia personal del abogado, exministro de Desarrollo Social, exCiudadanos es conocida: desde los 17 años vive solo, pero desde los 12, tuvo que hacerse cargo de su hermana menor, Banya, luego de vivir en una carpa en Horcón y en una casa tomada en Concón con su madre. “Más que una pasión, cocinar fue una necesidad”, dice. “Pero me encanta. Hago las compras, dispongo el menú semanal y todos fines de semana preparo cosas ricas. En general pastas, carnes o pescados. Si estoy en mi casa en Llico, saco y cocino lapas”. “O escalopas. Y panqueques”, interrumpe el segundo de sus tres hijos.
Sichel viene llegando de un intenso día en el Banco Estado. La entidad que preside juega un rol clave en el retiro del 10% de los fondos de pensiones: al menos 7 millones de personas sacarán sus ahorros a través de su cuenta RUT. Pese al ajetreo, se ve tranquilo. Se saca la chaqueta, arremanga la camisa y se pone un delantal de cuero. Abre el refrigerador: al fondo están los paños que envuelven el yogurt griego que está fabricando, además del queso fresco casero y unos paquetes de cerdo que se están madurando hace cuatro semanas para hacer prosciutto. “Siempre estoy aprendiendo y probando cosas”, dice. Toma una masa madre la extiende sobre la mesa con harina y comienza a armar un rollo. “Lleva 24 horas trabajándose. Ahora vamos a hacer una baguette, al igual que todos los sábados y domingos”.
-¿A quiénes del gobierno has cocinado?
-Esta casa siempre ha sido centro de reuniones de comida. Gonzalo Blumel, la Karla Rubilar, Andrés Chadwick, Felipe Kast, Luciano Cruz Coke, Cristián Monckeberg con la Paulina (Núñez). Cuando teníamos esto con Andrés Velasco (Ciudadanos) todo se cocinaba acá.
Mientras arma el baguette, cuenta que esa masa madre la partió de cero. “Tenía una que se me murió cuando era ministro”.
-Asumo entonces que la pega en el Banco Estado es más tranquila...
-Cuando uno es ministro la contingencia te va comiendo y el fin de semana estás todo el día atento. En el banco, la resuelves desde el teléfono.
-¿Te acomoda en estos momentos no estar en la primera línea?
-Me pican las manos por estar siempre. Esa es la verdad...
-O sea te gustaría estar en el gabinete político.
-Mmmm. Me encantaba ser Ministro de Desarrollo Social. Soy honesto en eso. Me gusta estar muy cerca de la toma de decisiones.
-¿Por qué te sacaron cuando estabas en el peak de aprobación?
-Pucha si yo pudiera responder eso. Sí agradezco que el Presidente me diera una nueva misión.
“Ahora vamos a hacer las líneas del baguette, y la metemos al horno. 180 grados por 35 minutos”, dice.
El horno
Sichel aterrizó en la presidencia de BancoEstado en junio. De inmediato puso la meta de pasar de 30 mil créditos Fogape a 100 mil. El objetivo se cumplió.
-Tenías la sensación de que Arturo Tagle estaba lento en dar respuesta a la crisis en la entrega de los créditos Fogape?
-Tenía la sensación de que el sistema estaba lento y había que apurarlo a toda velocidad.
Como primera medida extendió el horario de atención de las sucursales para evitar los atochamientos, lo que lo llevó a un rápido enfrentamiento con el sindicato, quien no descartó tomar medidas si la decisión no se revertía. “Yo no estoy para estar entre algodones. Obviamente ellos no estaban felices porque significa trabajar más para algunas personas, con el reconocimiento económico, con el beneficio. Pero tomamos un compromiso que a los 30 días vamos a evaluar qué sucursales tienen que seguir abiertas y cuáles no”, dice.
-El sindicato también dijo que te pasas en matinales y programas de TV hablando de tu vida personal cuando debieras hablar del banco.
-Es gracioso. Primero, es loco que un sindicato quiera que uno no se comunique con el usuario o el cliente. Eso era mirar al banquero como en los 80 con terno a líneas sentado en la cumbre del edificio. ¿Cómo no vamos a hablar si tenemos 13 millones clientes? La pega de cualquier ejecutivo del banco mientras yo esté, desde el cajero hasta mí, es comunicar el cliente cuáles son sus derechos y beneficios.
-Al interior de BancoEstado se comenta que llegaste con un pequeño gabinete. ¿Quieres dar un sello más político que técnico?
-Traje a tres personas que venían conmigo desde la Corfo, a una institución de 13 mil. Los presidentes anteriores cambiaban todos los equipos gerenciales, yo no cambié a nadie. El divorcio entre lo técnico y lo político es absurdo, es inventarse fantasmas. Yo creo que la gran crisis del sector privado en Chile es que siempre creyó que su mirada del negocio tenía que ver con el ebitda a final de año y que era la única preocupación. Y esa es la gran embarrada de nuestros ejecutivos. (...) Si el banco solo se preocupa de los resultados, no debiera dar créditos riesgosos, no abriría sucursales en Marchigue, ni pondría un cajero en Huara. Pero la sostenibilidad de este banco también depende de la credibilidad con la comunidad.
-Y tener un rol social.
-Pero ojo, porque el rol social me lo dicen mucho, pero compites con los otros bancos igual. Yo estoy prestando estos 100 mil créditos como banco sabiendo y evaluando el riesgo. La pregunta es si hago lo que hace un banco normal que guarda la plata y dice “no hago nada”, o soy un banco innovador que se atreve a poner crédito porque sabe que hay buenos resultados de negocio. Ese es el rol que tu dices político, de abrir innovación en el sectores de la sociedad que un banco tradicionalmente no quería.
Adelanta que en septiembre lanzará un plan de reactivación que tendrá tres grandes ejes: una nueva estrategia en el mercado hipotecario; de créditos para reactivación a pymes; y algo “más disruptivo” relacionado a las deudas personales ahora que viene la portabilidad.
Los aliños
Suena la alarma del horno. Le agrega otros cinco minutos para que el pan se termine de cocer. Toma un huevo, agrega una taza de aceite y prepara mayonesa casera. Abre un pan, muestra los alveolos: la masa madre está en su punto. Le unta mayonesa, dos rodajas de salame y dos cortes de queso.
“Chile tuvo en 15 años la oportunidad de seguir aumentando sistemáticamente las pensiones y decidió cambiar el rumbo porque unos cabros se manifestaron para pedir gratuidad universitaria a todos y dejó de tener plata para las pensiones. (...)Los que gritaron se pusieron delante de la fila de los que necesitaban.
-“Retirar el 10 por ciento es condenar a malas pensiones”, dijiste. ¿Duele implementar una política que no concuerdas?
-No, también creo en la democracia: tu idea puede no ser la mayoritaria, pero una vez que se acepta tienes que adoptarla. Pero lo que deberíamos estar discutiendo, es cómo le ponemos más plata a esas cuentas. Un millón 400 mil personas tienen menos de 200 lucas depositadas; casi 4 millones de personas tienen menos de $ 4 millones, entonces, cuando ven su pensión, dicen “para qué tengo esa plata ahí si igual el Estado me va a terminar subsidiando con la pensión básica solidaria”. Esto no es una pelea de plata, es una pelea de dignidad. Y nunca dimos la respuesta de por qué valía la pena dejar la plata ahí.
-¿Falló Briones con su propuesta?
-Ignacio hizo lo que era lo correcto, que era seguir con un plan para clase media. Yo creo que fallaron los parlamentarios de Gobierno que trataron de dar una respuesta fácil. “Al proyecto de gobierno le vamos a agregar 200 lucas instantáneas para que le mejoren su pensión”, había que meterse en esa discusión. Pero ahí tenemos una diferencia con otros que tratan a todos de populismo.
-Lo dices por Andrés Velasco...
-Claro. Yo creo que no hay nada más soberbio que cuando te enfrentas a alguien decirle “si no opina lo que yo opino, usted es populista”. Yo tuve muchas diferencias con Andrés en eso: “Yo sé lo que se necesita, pero como usted no sabe, usted es populista”.
“¿Comamos?”, pregunta.
El plato
Toma un pan mientras los ajos se siguen asando en el horno.