Cuatro lecciones para un proceso constituyente
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Investigadores suelen señalar la singularidad del proceso constitucional chileno, que no es impulsado por el fin de un conflicto armado, ni por un jefe de Estado que busca mayor poder, ni por un cambio de régimen político.
Pero sí hay experiencias de las que se pueden extraer importantes lecciones. El académico Gabriel Negretto las recoge en su libro "Redrafting Constitutions in Democratic Regimes", a publicarse en octubre. El profesor del Instituto de Ciencia Política de la UC se declara optimista por ahora sobre Chile, pero reconoce que los riesgos son altos.
En entrevista con Diario Financiero, Negretto resume las principales lecciones o claves para una reforma constitucional exitosa.
"Este no es un proceso revolucionario"
"De allí viene la idea de las asambleas constituyentes. De un poder constituyente, popular, que se activaría como para 'abarajar y dar de nuevo'. El problema es que en un régimen político democrático no se puede y no se debe 'abarajar y dar de nuevo'. Los procesos constituyentes en democracia que han tenido como consecuencia un mantenimiento o, mucho mejor, una profundización del proceso democrático, se han hecho respetando la continuidad legal. Los procesos rupturistas, en general son procesos que han tenido serios problemas de estabilidad política, y en algunos casos terminaron en una regresión democrática. El primer desafío es ese, que este no es un proceso revolucionario".
-El problema es que sí hay quienes esperan que este sea un proceso revolucionario. Los mismos que impulsan la idea de la "hoja en blanco".
"Creo que sigue siendo una opinión bastante minoritaria. Creo que es una posición equivocada. No es equivocado pensar que tiene que haber una transformación en aquellos puntos cuestionados, pero pensar en 'borrón y cuenta nueva', pensar que se puede hacer en paralelo o al margen del sistema representativo, no sólo no es viable, sino que es peligroso".
"Los procesos con mayorías calificadas han sido exitosos"
-Pero ¿cómo empezar siquiera un proceso en un escenario ya de alta polarización?
"Los procesos de cambio dentro de regímenes democráticos han buscado, por esta necesidad de tender un puente entre el sistema existente -que tiene cierto apoyo popular- y el cambio, ser procesos consensuales. Hay mecanismos institucionales para lograr esos consensos. Por ejemplo, la idea de mayorías cualificadas. En general, el uso de estos mecanismos es posible y, en cierta medida, recomendable. El problema está en si no hay una 'automoderación' en las posturas de los actores.
La experiencia nos indica que los procesos con mayorías cualificadas han sido exitosos, no porque hayan producido una voluntad de acuerdo que no existía previamente, sino porque se usaron para ratificar una inclinación al acuerdo preexistente. No soy tan pesimista. Creo que todavía existe potencial dentro del sistema político chileno para forjar acuerdos".
"La participación popular es muy importante"
Tampoco, y apunta que eso sería muy grave, se debe tratar de instrumentalizar la participación ciudadana, como una rúbrica de legitimidad. "Creo que ese fue el gran error del proceso de (Michelle) Bachelet. Ella introdujo la idea de la participación popular, se realizó la instancia de los diálogos, pero luego ella recibió la información para presentar un proyecto desde arriba. Ni siquiera lo negoció con su propia coalición. Eso no es viable ni política, ni socialmente".
Eso sí, advierte, no se trata de que las instancias de participación ciudadana reemplacen la necesaria negociación política. "La lección de los estudios comparados es que la participación popular es muy importante y tiene que funcionar de manera coordinada y congruente con los acuerdos de la élite política". Este es el punto en el que Negretto hace más énfasis.
"Hay un problema muy serio en Chile. Dos en realidad. Uno que no se logren los acuerdos, por la polarización. Pero otro es que se logren, y por falta de participación ciudadana que no sean bien vistos".
Los riesgos antes y durante el plebiscito
Así, Negretto destaca el desafío que tienen algunos movimientos sociales y partidos más cercanos a ellos como el Frente Amplio y el Partido Comunista de hacer un llamado a la automoderación, bajo la consigna de que esto va a ir en desmedro del proceso constituyente.
La violencia agrava, además, la pandemia. La emergencia sanitaria supone un obstáculo para la participación electoral, cuando es vital que sea lo más alta posible. "Este plebiscito no tiene una regulación completa. ¿Qué pasa si gana el Rechazo por una diferencia escasa y una participación del 30% del padrón? Tampoco es bueno que gane el Apruebo con una participación muy baja, porque los contrarios podrían cuestionar la legitimidad del resultado. Las mejores regulaciones tienen un mínimo de participación del padrón para que sea válido".