Una alerta para la productividad
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Como lo resumió un columnista en estas páginas, “en general, una pyme chilena es dos veces menos productiva que su par en una economía desarrollada, y una empresa grande lo es tres veces menos. A nivel individual, a un trabajador chileno le toma muchas más horas que a su par OCDE producir casi cualquier cosa”.
Ese diagnóstico encuentra renovado sustento en un estudio del Centro Latinoamericano de Políticas Económicas y Sociales UC (Clapes UC), según el cual el descenso de la productividad en el sector de la construcción le restó 1,5% al PIB anual de Chile en los últimos 20 años. Sólo en 2017 se habrían dejado de producir unos US$ 3.576 millones por esta razón. De hecho, la Productividad Media Laboral de la construcción ha crecido sensiblemente menos que la del conjunto de la economía nacional.
Estos son datos que refuerzan la importancia de hacer reformas estructurales en diversos ámbitos de la economía, pues la baja productividad no puede atacarse desde un solo flanco. Una modernización del Estado de la mano con una revisión del entorno regulatorio —y del nivel de competencia— deben estar al frente de ese esfuerzo; la agenda microeconómica que impulsa el gobierno es una contribución en esta materia y, por cierto, también el aporte que hace la Comisión Nacional de Productividad. Sin embargo, no es desdeñable el efecto que pueda tener en la productividad el avance en el Congreso (o falta de avance) de reformas como la tributaria, laboral y previsional.