Aló Swett, las gestiones del líder de la CPC para evitar más despidos
En las últimas semanas el titular de la CPC ha estado contactándose directamente con dueños y ejecutivos de empresas para transmitirles el mensaje de hacer lo posible para evitar más despidos. Entre el 18 de octubre y el 13 de diciembre, 111.779 personas perdieron sus empleos por “necesidades de la empresa”.
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“Cuando se destruye un supermercado, se destruye un mall, se destruye el derecho humano al trabajo, que está consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas”, afirmaba el presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), Alfonso Swett en noviembre, cuando la ola de violencia se ensañaba con locales y calles comerciales de todo el país.
Iba casi un mes del estallido social y a diario, locatarios y autoridades pedían mayor vigilancia y apoyo policial para frenar la destrucción. En paralelo, ya comenzaban a aparecer cifras y alertas desde diversas entidades públicas y privadas que auguraban un difícil fin de año en materia de empleo.
Swett lo sabía. El fantasma de un alto desempleo estaba instalado. En su rol de líder de los empresarios venía reuniéndose casi a diario con sus pares y autoridades, lo que le permitía llevar el pulso de la crisis en la mano. Y todo indicaba que el futuro inmediato no se veía nada de bien.
Si antes, el tradicional comité ejecutivo de la CPC se juntaba cada quince días, ahora, los encuentros entre los representantes del empresariado eran semanales. Y cada vez más urgentes. Algo parecido pasaba con las comunicaciones telefónicas. Ahora, los contactos eran diarios. A veces reiterados en un mismo día, sobre todo con el comercio, uno de los sectores más afectados por los incendios y saqueos.
“Hablen con sus socios, con sus empresas, eviten despedir gente”, fue una solicitud que poco a poco Swett comenzó a hacer a los dirigentes de las seis ramas que componen la multigremial, asegura un dirigente. En privado, frente a frente o por teléfono, el también director de Forus decidió concentrarse -sin que nadie se lo pidiera- en convertir a la protección del empleo en una urgencia.
Y esta semana, la Dirección del Trabajo informó que entre el 18 de octubre y el 13 de diciembre, los despidos por “necesidades de la empresa” llegaron a 111.779, lo que equivale al 26,3% del total de desvinculaciones ocurridas durante se período. Solo en los primeros 13 días de este mes 35.430 personas perdieron sus trabajos por esta causal. La cifra es lo que corresponde al promedio de un mes normal. Así de fuerte. Así de grande y preocupante.
Dueños, gerentes y ejecutivos
Por lo mismo los llamados se volvieron recurrentes. Frases como “entendemos y empatizamos con gente que sus sueldos no alcanzan”, “nuestro pecado fue escuchar con orejas chicas”, “todos tenemos responsabilidad”, “hay que meterse la mano al bolsillo y que duela” eran repetidas de forma constante por el líder gremial.
Y lo hacía, porque con el paso de las semanas algunas ramas empresariales mostraban que sería imposible que el empleo no saliera dañado. Solo en el comercio más de 500 locales fueron vandalizados.
Entonces, Swett pasó del llamado público a los contactos privados. De tú a tú. De par a par. Dueños, gerentes y ejecutivos de las firmas afectadas, tanto grandes como pequeñas, del comercio, la industria y la construcción, fueron contactados aseguraron dirigentes gremiales a este diario.
Cercanos a su círculo relatan que el también director de Forus tomó como una misión personal “hacer lo posible” para que el sector cuidara a sus trabajadores.
“Imponer cosas”
La recepción a dichos llamados, dicen sus cercanos, fueron variadas. Algunos empresarios atendieron la preocupación, otros, en tanto, criticaron a Swett, diciéndole que no podía “imponer cosas” a las empresas, especialmente a aquellas que se encontraban pasando por complejas situaciones económicas tras el cierre obligado de sus locales. Otras, además, le recalcaron que no había más alternativas.
Swett, dijeron algunas de las fuentes consultadas, les habría recordado a sus interlocutores que la mejor señal de que podía dar el empresariado en esta crisis era que sí le importaba lo que estaba pasando a nivel laboral. Y eso implicaba tomar acciones reales. No bastaba con definiciones particulares o generales de algunas firmas. Tampoco con anuncios de jornadas de reflexión. La situación ya era grave.
Así se lo hizo saber a la titular del ministerio del Trabajo, María José Zaldívar cuando a fines de noviembre se reunió con ella y otros presidentes de ramas para abordar diversas medidas para frenar el aumento del desempleo.